¡Ojo al dato!

El conocido e influyente periodista deportivo en el último cuarto de siglo pasado José Mª García –hoy retirado- hizo popular la frase ¡ojo al dato! para llamar la atención sobre las noticias más relevantes acaecidas en la cotidianeidad de los clubes y estamentos deportivos en aquella época 

Rescato hoy ese aforismo para resaltar un hecho que puede significar un antes y un después en la historia de la educación en España. Me refiero, concretamente, al  cambio de modelo en la Formación Profesional (FP) que se avecina a instancias del Gobierno central. Este nivel educativo ha experimentado cambios permanentes desde que en 1990 se publicara la Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE). Los más recientes son consecuencia de la aplicación y desarrollo de la Ley Orgánica 2/2006, de 3 de mayo, de Educación (LOE), cuyas características más significativas han sido ampliamente descritas y comentadas por distintos componentes del equipo directivo y claustro de profesores de Decroly.

 Ahora, nos encontramos expectantes ante el anuncio del ministro Wert referido a los cambios que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte pretende implementar en los próximos meses, publicitado a los pocos días de la toma de posesión del nuevo Gobierno conformado por Mariano Rajoy, una vez celebradas las elecciones del pasado 20 de noviembre. Sin entrar en valoraciones políticas, el sector educativo se ha visto sorprendido por las inquietantes medidas anunciadas por el Ministro en materia de Formación Profesional. El Gobierno justifica su firme determinación por implantar un modelo dual similar al que existe en países de centro y norte de Europa como Alemania, Suiza, Austria o Dinamarca, auspiciada por una realidad que distancia de Europa sensiblemente a los ciudadanos españoles en materia de formación y cualificación profesional de grado medio y superior, además de por una cierta desconexión de la formación en los centros educativos con la realidad productiva.

 El cambio anunciado entonces presenta hoy connotaciones dignas de ser mencionadas y valoradas en su justa medida. Me refiero a la reforma educativa que se avecina, condicionada por el severo ajuste presupuestario publicado por el ministro Wert. En mi opinión la trasformación anunciada implica una verdadera “revolución” educativa para la cual, me temo, no estamos preparados; tampoco disponemos de los medios económicos ni de la complicidad necesaria de los empresarios.

 No me duelen prendas al reconocer que me embargan dudas de gran calado. De una parte, se acaba de “congelar” la implantación de los nuevos ciclos formativos de 2000 horas al curso 2014-2015, obviamente por razones presupuestarias, que afecta a un centenar de titulaciones, al tiempo que la reforma de la secundaria se ignora como consecuencia de la entrada en vigor de la modificación del cuarto curso de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) propiciada por la Ley de Economía sostenible. Se paraliza, por tanto, el curso de Introducción a la FP, en sustitución de 4º de la ESO, en su día anunciado por las autoridades del Ministerio.

 Es evidente que esta reforma se inspira en el conocido como modelo dual alemán, antes citado. Pero España, como tantas veces he comentado, no es Alemania o Suiza; tampoco Austria o Dinamarca. El modelo productivo español en nada se parece al de aquellos países citados. Entre otras cosas, la implantación de de un modelo de Formación Profesional Dual va a encontrarse con obstáculos de índole económico y, también, de compromiso por parte de las empresas. Ahora bien, reconociendo que, sobre el papel, esta apuesta contiene aspectos muy positivos, las dificultades para hacerla operativa me parecen difícilmente salvables en el contexto actual, rayando con la utopía. Ni los actores principales del sistema –los profesionales docentes- se encuentran mentalizados ni preparados para ese cambio; ni las empresas españolas, en su mayoría, poseen la cultura corporativa precisa para afrontar su papel en el modelo dual ni, por supuesto, se encuentran mentalizadas para invertir su dinero en los costes que lleva aparejada.

En este escenario, ¿Qué puede hacer el Gobierno? ¿Se atreverá a presentar batalla a la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) por este asunto? ¿Obligará a los empresarios a acoger a los alumnos de FP y, además, a pagarlos una nómina a fin de mes? Conociendo la estructura empresarial española -90% de las empresas tiene una plantilla media anual inferior a 5 trabajadores- el modelo me resulta inviable, si pretende extenderse de forma generalizada. Otra cosa es que esta innovación se aplique en grandes empresas o grupos empresariales (+250 trabajadores) y conviva con el actual estándar que goza, por otra parte, de un reconocido prestigio.

 Por ello, yo abogo por una convivencia del actual subsistema con la innovación que representa la progresiva implantación del modelo dual consensuada, deseada, querida por todos los implicados: Administración; centros educativos; profesores; estudiantes y, muy especialmente, las empresas con la aportación de recursos humanos y económicos que ello implica. ¡No hay porqué romper el sistema! Las consecuencias podrían ser muy negativas y de difícil evaluación en estos momentos. Ello no es óbice para que el modelo actual -5 trimestres en el centro educativo, un trimestre en la empresa- pueda ser revisado al alza y mejorado- eso sí, manteniendo sus características esenciales actuales.

 El modelo dual parece apropiado como complemento, más que como alternativa al actual subsistema de FP en España. Quizá, como ocurre en los países que lo llevan utilizando durante muchos años, y salvando la especificidad de las empresas españolas, este modelo encaje mejor en empresas del sector industrial, como automoción; siderurgia; maquinaria; industrias químicas y farmacéuticas;… Quiero resaltar, sin embargo, que en Cantabria existían escuelas de aprendices propiedad de empresas de ese sector que formaron a muchos ciudadanos, hoy profesionales de gran nivel. Un ejemplo muy próximo es aquella vinculada a la fábrica Nueva Montaña Quijano, hoy Global Steel Wire.

 Quiero dejar clara mi postura sobre la calidad del servicio educativo –mejorable sin duda- que prestamos los centros educativos. Prueba de ello es el alto índice de inserción profesional de los titulados en FP. Rechazo contundentemente la afirmación de aquellos que opinan que el desempleo en España sea una consecuencia de la estructura y organización de las enseñanzas de FP y del desempeño de los centros educativos. ¡No es verdad! Sistema dual, sí… ¡allí donde las circunstancias lo hagan viable! La Administración educativa tendrá que asegurar las adaptaciones precisas en los centros, tantas en recursos humanos como en estructura organizativa. Asimismo, deberá cerciorarse del compromiso y responsabilidad de las empresas en el ámbito tutorial y económico con los alumnos participantes en esa modalidad formativa.

 Finalmente, llamo la atención sobre unas recientes declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, en las que se manifestaba a favor de la supresión de la financiación de los niveles educativos no obligatorios, FP incluida. ¡No lo tomemos a broma! El comentario procede de una persona de gran influencia en el partido político que sustenta al Gobierno de España y puede tener más trascendencia de lo que a simple vista pueda parecer. Esa reflexión de doña Esperanza puede estar relacionada con el impulso de la FP dual que trasladaría la responsabilidad del coste y del gasto, en su caso, a las empresas que, por otro lado, serían responsables del 70% del tiempo formativo de los alumnos frente al 30% de los centros educativos. Si así fuera, la reconversión en los centros educativos no tendría precedentes por los efectos “terminales” de la decisión en las actuales estructuras organizacionales de esas instituciones formativas.

 P.D. Este post fue escrito el 02/05/2012

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