QUE VIENE EL LOBO FEROZ

Publicado en el DIARIO MONTAÑES 7 septiembre 2014

lobo

“Podemos”, la agrupación que obtuvo casi un millón y medio de votantes en menos de un año, se ha convertido ya en muchos lugares, en la tercera fuerza política del momento, recogiendo el apoyo de quienes rechazan el actual sistema democrático y piden un cambio radical del mismo, de los que son víctimas de la crisis económica, de los idealistas que sueñan con un mundo igualitario, donde los gobiernos se conviertan en promotores del bienestar y distribuidores de una justicia acorde a su ideario. El aldabonazo de su aparición ha sido un terremoto disgregador para la izquierda y una sorpresa para la derecha que, incapaces de entender el fenómeno, desprecian su presencia como una simple manifestación de la irritación de muchos ciudadanos ante los reiterados casos de corrupción o las consecuencias de la crisis económica, creyendo que su fuerza se agotará en pocos meses por lo heterogéneo o radical de sus planteamientos.

Mientras “Podemos” centra la atención mediática con la aparición constante de su líder en múltiples foros, los grandes partidos siguen sin enterarse. Izquierda Unida, ve como su electorado le abandona y se empecina en planteamientos de épocas que la historia enterró hace años. Los nacionalistas persisten en su empeño en construir estados liliputienses, despreciando la fractura social y la debacle económica que generarán sus aspiraciones. El PSOE mantiene la duda de como recuperarse, sin pensar que el problema no reside en la figura de un líder nuevo, sino en su capacidad de crear un mensaje ideológico capaz de convertirse en alternativa de gobierno. Y el PP,convencido de que la pérdida de un millón de votantes en las elecciones europeas es tan sólo expresión de un electorado que le castiga con la abstención y confiados en un mejor futuro económico, descalifica la opción de “Podemos” como si fuese su peor adversario. Pero esa labor la realizan de una forma tangencial, sin asumir ningún protagonismo. ¿Por qué en los debates televisivos no aparecen los políticos populares mas atractivos, en tanto que su actuación es defendida por periodistas próximos a sus ideas?

Curiosamente, aunque “Podemos” se nutrió especialmente de los votos de la izquierda, es el Partido Popular quien mayor irritación muestra hacia esa formación, con continuadas descalificaciones a su líder y su quimérico ideario. Pero en lugar de atraer a los suyos con mensajes que ilusionen, mantiene una forma de hacer política como podrían hacer unos ejecutivos ante el desastroso balance de cuentas de una empresa. Sangre, sudor y lágrimas anuncio Churchill en un momento de especial gravedad en la historia de su país. ¿Se ha visto alguna vez al presidente español dirigirse a la nación exponiendo las dificultades, las soluciones y los logros en un lenguaje comprensible y creíble?.¿Se ha planteado en algún momento una reforma a fondo de la organización del país con el poder conseguido por la mayoría absoluta otorgada en las elecciones?. ¿ Por qué en vísperas de desafíos secesionistas no se toman decisiones firmes en lugar de enternecerse en pretensiones de diálogos imposibles?. Mientras se habla de recuperación económica ante millones de ciudadanos sin empleo o empresas incapaces de sobrevivir, los esperados beneficios tardarán años en llegar al ciudadano de a pie, y sigue el espectáculo de centenares de casos de corrupción a la espera de sentencias, el amparo de miles de aforados señalados por la justicia, la permanencia de personajes de más que dudosa honorabilidad, o la impunidad vergonzante de quienes hundieron entidades de crédito.

Pues que vayan preparándose, porque el fenómeno que aglutina a Podemos podría no de ser flor de un día, sino una muestra de la irritación y desencanto que, por encima de ideologías, es la realidad actual extendida en España. La izquierda extrema ha encontrado un líder y no es descartable que el electorado que apoyo a un PP, acabe abandonándolo , por su pasividad, su permisividad y su miedo atávico a enfrentarse a la realidad social, atento a las encuestas y dirigiéndose a sus partidarios en mítines donde se aplaude con fervor al elegido por la mano de un comité electoral encerrado en un despacho, asustandoles con la posible llegada del lobo feroz.