De Fueros y de Suelos

Nunca hasta ahora el Gobierno del País Vasco se había preocupado por conocer cuál era la política industrial de Cantabria, y nunca hasta ahora habían tenido la necesidad de estudiar las líneas maestras de actuación de nuestro ejecutivo autonómico.

Entiendo que, entre otros, uno de los motivos de esa despreocupación era el resultado de disponer desde el año 1978 de una política fiscal ventajista respecto a otras autonomías, así como la tranquilidad que en los últimos años les suponía observar la carente política industrial del gobierno regionalsocialista presidido por Miguel Ángel Revilla.

Pero las cosas han cambiado, ahora la política industrial de Cantabria es radicalmente distinta: es innovadora, es atrevida, es proactiva hacia las empresas y, además de ofrecer una colaboración administrativa ágil, pone en valor activos que el anterior Gobierno PRC-PSOE parecía querer acaparar. Me refiero a la política de gestión del suelo, que para el gobierno regionalsocialista era más un fin en sí mismo que un instrumento para crear riqueza.

Durante años la especulación con los terrenos y las condiciones y precios desorbitados con los que se ofertaba el suelo industrial han bloqueado desarrollos industriales en Cantabria y han anulado la más mínima intención de las empresas por poner en marcha sus proyectos en la región.

Incluso la propia tramitación de esos parques era frenada por circunstancias inexplicables, como es el caso del polígono de Vallegón en Castro Urdiales. A día de hoy, ese polígono está en pleno desarrollo con la instalación de varias empresas que están invirtiendo decenas de millones de euros gracias a la localización estratégica de dicho parque empresarial y a que el actual Gobierno de Cantabria y el Ayuntamiento de Castro Urdiales desbloquearon una situación inadmisiblemente paralizada durante años.

La reanudación de la Autoría del Cantábrico entre Solares y Torrelavega, además de reconducir una injusticia perpetrada por el Gobierno Socialista de Rodríguez Zapatero, ha supuesto incrementar el valor estratégico de parques industriales como el de Tanos-Viérnoles o el polígono de Reocín, aportando un valor añadido que las empresas que han decidido instalarse en esos parques reconocen.

Por otra parte, después de años de absoluto descontrol en una herramienta imprescindible para el desarrollo industrial de Cantabria como es la Sociedad para el Desarrollo Regional de Cantabria (Sodercan) que el anterior gobierno regionalsocialista convirtió en poco más que una oficina de gestión de subvenciones y de contrataciones externas, se ha recuperado la función para la que esta sociedad fue creada.

Ahora, y gracias al cambio de rumbo que le ha aportado la Consejería de Industria, Sodercan se dedica a ayudar a las empresas, siempre con un objetivo claro, el de conseguir su establecimiento en Cantabria o el incremento de actividad de las empresas que consideran a nuestra región un lugar ideal para el desarrollo de proyectos empresariales gracias a su localización, a su capital humano y a sus infraestructuras.

Fruto de esta nueva etapa de Sodercan, están surgiendo buenas noticias que parecen poner nerviosos a nuestros vecinos, lo que les ha llevado a realizar declaraciones que, vistas desde nuestra tierra, no dejan de ser sorprendentes.

Cantabria tiene fortalezas y también debilidades en materia industrial, por ello debemos optimizar nuestras fortalezas, tal y como está haciendo el Ejecutivo de Ignacio Diego, para competir en un mercado en el que, con independencia de lo que piensen nuestros vecinos de Vitoria, las empresas pueden elegir.

Hasta hace poco las empresas elegían la comunidad del País Vasco. Todos podemos recordar como tras la apertura de la autovía entre Bilbao y Santander, muchas empresas se trasladaron al País Vasco, desmantelando sus instalaciones o dejando simplemente en Cantabria una representación comercial.

El caso más claro lo tuvimos con el cierre de las instalaciones de CAMPSA en nuestro puerto y su traslado a Bilbao, ayudado ese traslado además por las ventajas fiscales que ofrecían en Vascongadas. En ese momento Cantabria no pudo competir y los vascos nunca protestaron por esa deslocalización.

Es ahora cuando protestan, es ahora cuando a nuestros vecinos les surge la necesidad de parar nuestros proyectos, y es ahora cuando los intentan parar con la altanería de quien quiere seguir manteniendo sus privilegios porque sí, porque nunca antes se habían preocupado de lo que hacía Cantabria y no son capaces de entender por qué las cosas están cambiando.

Pero, ¿por qué ahora? ¿Por qué se preocupan ahora de la política industrial de Cantabria? La respuesta es sencilla, aunque en Cantabria no tenemos los privilegios fiscales que tienen los vascos, disponemos de una política industrial solvente, basada en sindicatos y trabajadores responsables, en una política de oferta de suelo proactiva y contamos, además, con una herramienta como Sodercan que permite compensar y superar a la hasta ahora inalcanzable y privilegiada posición que representaba la comunidad del País Vasco.

Las cosas están cambiando y las amenazas y protestas sólo pueden significar que el Gobierno de Cantabria está acertando de pleno en su política industrial.

 

Tribuna de opinión publicada el 4 de diciembre de 2013 en El Diario Montañés