No es solo cuestión de dinero

El exministro Ángel Gabilondo invirtió un tiempo valiosísimo al frente del ministerio de Educación, durante  la anterior legislatura, propiciando un Pacto de Estado Social y Político por la Educación

 Fracasó. Una vez más, pudimos constatar todos los españoles que la educación sigue siendo arma arrojadiza de ideologías políticas y sociales que origina un disenso permanente, insostenible, particularmente entre los partidos políticos mayoritarios, de gravísimas consecuencias para el sistema educativo. La mayor parte de los ciudadanos creemos que esa escasez de miras, demostrada por los políticos en el desarrollo legislativo de la consensuada Constitución Española de 1978 y, en su caso, por los agentes sociales, consolida una situación alarmante producida por los desastrosos resultados educativos en el conjunto del Estado español cuyo reflejo más evidente se muestra en el índice de abandono escolar actual que se sitúa en el 28.8%, antes de concluir positivamente los estudios de secundaria obligatoria.

Es curioso. El diagnóstico de la situación del sistema educativo, por evidente, no deja lugar a dudas entre los expertos. Sin embargo, las recetas para superar “la enfermedad” se alejan. Cada Gobierno quiere implantar su impronta, su recetario. Pero, de consenso, ¡nada de nada! Y así nos luce el pelo. Las escandalosas cifras del paro existentes entre el colectivo de jóvenes, que se aproximan al 50%, tampoco son suficientes para sensibilizar a los gobernantes y opositores en el objetivo de lograr un pacto global por la Educación. No defiendo el inmovilismo pero los cambios permanentes cada vez que llega al Gobierno un partido político introducen una incertidumbre y desasosiego entre los actores del sistema –profesionales docentes, alumnos y padres de alumnos- difícilmente soportable. Ahora le corresponde a José Ignacio Wert, actual ministro de Educación, Cultura y Deporte dar soluciones. Le deseo toda suerte de éxito, ¡por el bien de todos!

¿Vamos a resignarnos y permanecer inmóviles mientras que nuestros jóvenes se desesperan cada día ante el oscuro escenario laboral al que se enfrentan? ¡No, y mil veces no! Ha llegado el momento de coger el toro por los cuernos. La sociedad debe encontrar soluciones y es el Gobierno quien debe facilitarlas. Para ello, las administraciones competentes deben propiciar un compromiso nacional con los agentes económicos y sociales, particularmente con los empresarios –como tantas veces he demandado a través de este e zine- porque ellos son quienes crean empleo.

 En el ámbito de la formación profesional, un primer acuerdo debe dirigirse hacia la colaboración empresas – centros educativos para la realización de las prácticas formativas; un segundo, en aplicación del Real Decreto 1543/2011, de 31 de octubre, que regula las prácticas no laborales en empresas a partir del día siguiente a su publicación en el BOE el 18 de noviembre, de titulados menores de 26 años, para estimular que las empresas de más de 9 trabajadores, por ejemplo, acojan a estos jóvenes cualificados con la beca – salario establecida y, finalmente, favorecer modificaciones legislativas que incentiven su contratación.

Pero las empresas, para sobrevivir, han de ser productivas, competitivas y rentables. De lo contrario, se cierran. Por tanto, el Gobierno tiene la obligación de propiciar la permanencia y sostenibilidad de todas aquellas ya existentes, para evitar la sangría que representan los ERE y los cierres patronales, con el subsiguiente aumento de las cifras del desempleo. Además, desde todas las administraciones públicas han de implementarse estrategias y medidas que animen a crear nuevas empresas, facilitando a los emprendedores los medios precisos para iniciar sus proyectos.

Hace unas semanas el ministro Wert decía que el problema de la educación en España no es una cuestión de recursos. Defendía su argumento manifestando que el gasto por alumno en España, supera al de otros países de nuestro entorno que nos superan en resultados académicos, según los informes internacionales. El problema es la eficiencia, añadía el Ministro. La cultura del esfuerzo ha dejado paso a la cultura del acomodo; los alumnos no encuentran motivación, abandonan prematuramente su escolarización o, si se quedan, adquieren una formación irrelevante, insuficiente para incorporarse al mercado laboral. Afirmaba, también el señor Ministro que los pilares de la educación se sostienen en “unos profesores motivados para enseñar, unos alumnos con ganas de aprender y un entorno educativo y social donde se premien la excelencia, el trabajo y el esfuerzo”.

 No estoy seguro, como afirma el Ministro, que España cuente con “una generación de profesores extraordinariamente preparados y cuyo compromiso con la educación está fuera de toda duda”. Este colectivo es muy numeroso y, como diría Wilfredo Pareto, yo le aplicaría el beneficio de la duda, en una proporción indicativa de 80%, sí; 20%, no, ¡en el mejor de los casos! Parece obviar el señor Ministro que el mundo y España atraviesan una de las transformaciones socioeconómicas más virulentas de su historia. Ello afecta, ¿Cómo no?, al estamento docente que se enfrenta año tras año a un colectivo de alumnos cuyo perfil en nada se asemeja a los alumnos del pasado siglo XX. ¿Se han reciclado los profesionales docentes al ritmo que exige la evolución y cambios sociales de los últimos doce años? Lo siendo señor Ministro, pero mi respuesta es no.

 Volvamos al titular de este post: no solo es cuestión de dinero. En las actuales circunstancias que se prolongarán, desgraciadamente, durante unos pocos años desarrollemos el ingenio para hacer más cosas con menos medios; estimulemos la colaboración entre todos los actores del sistema educativo, principalmente, padres, alumnos, profesores y ¿por qué no decirlo?, los agentes económicos y sociales; reforcemos la cultura del mérito, el esfuerzo, la responsabilidad y autoexigencia, el orgullo y satisfacción por las cosas bien hechas, en contraposición con la pasividad y la mediocridad; recuperemos la eficiencia a base de trabajo, compromiso y dedicación. Gastar más no garantiza mejorar más. Las pruebas que avalan mis comentarios son contundentes, si analizamos los resultados de las evaluaciones internacionales.

 Finalmente, si no son suficientes los argumentos citados, acudamos a los grandes pensadores que la historia nos ha proporcionado para encarar el futuro con ilusión y optimismo. Me viene a la mente  uno, Aldoux Husley, quizá porque leí sus libros siendo muy joven con la finalidad adicional de mejorar mi nivel de inglés. Recuerdo su novela Brave New Worl –Un mundo feliz- y una frase en la introducción de una de sus múltiples ediciones escrita por el propio autor: “…Rolling in the muck is not the best way of getting clean.” …Revolvarse en el fango no es la mejor manera de limpiarse.

 P.D. Este post fue escrito el 22/05/2012

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