Decroly, un sueño hecho realidad

La creación de Decroly en 1978 obedeció a una ilusión, a la puesta en marcha de una empresa con un proyecto educativo dirigido a la formación y cualificación profesional, tanto inicial de los jóvenes, como ocupacional y continua –ahora denominada para el empleo-, del conjunto de los ciudadanos de Cantabria, particularmente

 

Durante más de tres décadas Decroly ha mantenido un ideario o carácter propio que lo diferencia del resto de los centros de formación profesional. Una constante, en su aplicación, tanto en el ámbito personal y humanista de la misión educativa del centro como en el contexto de la formación y cualificación del conjunto de los alumnos que depositaron su confianza en esta entidad, ha sido y continúa siendo, prioritariamente, la consideración del alumno el epicentro sobre el que gira el conjunto de su actividad. Ello no obsta para que, desde la titularidad de la empresa y la dirección académica del centro, los clientes internos –personal docente y no docente- y todos los externos –alumnos, familias, empresas, administraciones públicas,…- ocupen un lugar preeminente en las actuaciones cotidianas de esta organización.

 

 

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Para alcanzar los fines y lograr paulatinamente los objetivos de cada año fiscal y curso académico ha sido preciso combinar inteligentemente diversos factores que afectan a la viabilidad de Decroly como empresa, en primer lugar, y como centro educativo de referencia en Cantabria, en segundo lugar. Para ello, por un lado, Decroly ha fomentado y desarrollado la formación profesional inicial en todos sus niveles, modalidades y regímenes, adaptándonos a los cambios legislativos permanentes y aceptando las limitaciones financieras del concierto firmado con las distintas administraciones educativas, en pos de una gratuidad total o parcial de los programas educativos implantados en cada momento. Por otro lado, ha impulsado y establecido iniciativas con empresas multisectoriales de Cantabria, propiciando convenios de cooperación para fortalecer relaciones bilaterales encaminadas a la colaboración en el módulo de Formación en Centros de Trabajo de sus alumnos de formación profesional inicial y la formación, recualificación y desarrollo personal y profesional de los empleados de aquellas.

 

Pero las cosas no surgen de la nada y por azar. Ha sido preciso aportar un capital relevante para el inicio y desarrollo de la empresa, a lo largo de todos estos años, en forma de recursos físicos e instalaciones, además de invertir importantes sumas periódicas en equipamientos y tecnología.

 

En este escenario, Decroly ha merecido la confianza de la administración educativa –hoy consejería de Educación, Cultura y Deporte-, para los programas de formación profesional inicial; de la administración laboral –Servicio Cántabro de Empleo (EMCAN)-, para los cursos homologados destinados a trabajadores en situación transitoria de desempleo, principalmente; de las empresas de Cantabria –a día de hoy Decroly tiene firmados 761 convenios de adhesión para la realización de acciones de formación continua de sus empleados-, para propiciar relaciones con muchas de ellas en materia de empleo de nuestros alumnos titulados; de un considerable número de universidades, entidades de educación superior, centros de formación profesional y organizaciones e instituciones europeas con las que trabajamos en proyectos europeos –en la actualidad, en el contexto del Programa de Aprendizaje Permanente (PAP) 2007-2013: Leonardo da Vinci, Grundtvig, Erasmus-, para contribuir al impulso de la dimensión europea de la educación y formación, uno de sus pilares estratégicos; de los miles de jóvenes que han pasado por sus aulas de formación profesional inicial, en estos 34 años y de otros miles adicionales de empleados de empresas cántabras que han confiado en Decroly para mejorar su cualificación profesional y prosperidad personal, a través de las adecuadas acciones de formación permanente.

 

Todo ello ha ido construyendo la identidad corporativa de Decroly. A medida que ha trascurrido el tiempo la institución ha consolidado una personalidad propia y coherente en la que todos los actores de la empresa enfocan sus esfuerzos en la misma dirección y sentido. El paradigma resultante, visualizado por todos los clientes internos y externos a lo largo del tiempo, ha sido trasladado a la sociedad por sus profesionales docentes y no docentes, vía actuaciones directas, personalizadas, en los últimos años apoyado por la página web institucional y por su e zine Decroly Digital. Esa actitud y determinación ha permitido que Decroly sea reconocido con una imagen externa y una cultura corporativa altamente apreciadas por la ciudadanía. La marca Decroly se cotiza al alza y ello es consecuencia de la imagen profesional que trasladamos a la sociedad.

 

Llegado este punto me apetece hacer una reflexión autocrítica sobre mi papel y comportamiento como empresario y profesional durante todos estos años. He trabajado duro, acompañado por un personal que jamás ha escatimado esfuerzos compartidos para hacer realidad las ilusiones depositadas en multitud de proyectos, en beneficio del colectivo. He sido uno más, dentro de un grupo motivado y trabajador, que ha vencido innumerables obstáculos fruto de la evolución de los tiempos, más rápida que nuestra propia evolución.

 

Jamás he fingido o disimulado problemas e inconvenientes que surgieron en distintas etapas de la historia de Decroly, afortunadamente, en escasas ocasiones. Más bien, por el contrario, los he transformado en oportunidades de mejora, compartiéndolos con profesores y personal no docente con quienes, todos juntos, encontramos la salida más conveniente para la consolidación y el avance de la empresa y del centro formativo. He procurado ser cordial y dar confianza responsable a todo el equipo como modelo de relación personal con todos y entre todos. ¡Nos lo hemos pasado bien, en tantas y tantas ocasiones!

 

Han existido, ¿Cómo no?, algunos momentos amargos, fruto de la incomprensión, el egoísmo y el abuso de unos pocos, ¡apenas relevantes! Sin embargo, supimos apoyarnos en la fuerza que otorga la razón para reorientar aquellos comportamientos indeseables. Pretendían, tal vez, ¡qué pena!, imponer un modelo obsoleto, alejado de la idiosincrasia consolidada en Decroly, en base a actuaciones individualistas e insolidarias con el grupo, conducente a romper la unidad, la coherencia, la cultura corporativa consolidada de nuestras señas de identidad, de nuestra imagen de empresa modélica y de un centro de formación líder y pionero en multitud de actuaciones.

 

Mi función directiva la he desarrollado con vehemencia, pasión, ecuanimidad y tolerancia responsables. Algunos pensarán que soy débil, otros que intransigente; unos pondrán en la balanza las cosas buenas que nos han ocurrido, a consecuencia de la muchas decisiones adoptadas en uno o en otro sentido; otros, sin embargo, recordarán aquellos momentos puntuales positivos o negativos que yo mismo reconozco. Aspiro, por otro lado, a que se aprecie mi positiva intención por poner a Decroly en lo más alto del escenario de la formación profesional en Cantabria.

 

En Decroly, finalmente, hemos enarbolado la bandera del rigor y de la seriedad entre directivos y profesionales de una u otras áreas. Cuando se encomienda una tarea o se afronta un trabajo determinado nunca hemos escatimado esfuerzos para finalizarlo con solvencia, espíritu cooperativo y a tiempo. Para ello hemos evitado, siempre que las circunstancias lo han permitido, las prisas con el fin de finalizar las tareas correctamente, de acuerdo con lo que se espera de nosotros. Eso sí, hemos exigido eficacia y eficiencia acorde con los conocimientos y experiencia de cada uno.

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