La cultura del esfuerzo, clave para el éxito escolar

El fracaso escolar en España, evidenciado en las últimas evaluaciones externas publicadas –Pisa, 2007 y Panorama de la Educación, OCDE- nos sitúa en la cola de los países desarrollados. Recuperar la cultura del esfuerzo, la excelencia y el respeto al profesor se ha convertido en una prioridad a juicio de las asociaciones de padres y profesores más representativas. El deseable Pacto de Estado por la Educación, impulsado por el ministro Gabilondo, por el que clama la inmensa mayoría de la sociedad española, debe incorporar este principio en un lugar destacado.

El Pacto de Estado por la Educación, que lidera el ministro Gabilondo, debe concluir con un gran acuerdo nacional que propugne un nuevo modelo educativo. Ese escenario contemplará todas las sensibilidades y propuestas de los diferentes agentes económicos y sociales, incluidas aquellas procedentes de los representantes de padres y de alumnos. Esta iniciativa tiene que representar una oportunidad única para alcanzar el objetivo final: poner en acción un nuevo modelo educativo que goce del consenso de las fuerzas políticas y sociales mayoritarias. En su horizonte solo cabe señalar el éxito escolar, a través de la calidad del sistema educativo.

 

Hasta el momento presente, el ministerio de Educación ha puesto sobre la mesa una propuesta de mínimos para un futuro modelo que incluye la flexibilización del sistema educativo, un pacto entre los máximos responsables de la educación de los escolares –padres y profesores- y una financiación suficiente.

 

En relación con la financiación suficiente, ha puntualizado el ministro Gabilondo que la llegada de dinero al sistema educativo irá acompañada, necesariamente, de indicadores, objetivos, cronogramas, evaluaciones y rendición de cuentas. Yo suscribo esta tesis del ministro. La educación no es patrimonio de los educadores –tiene razón el Sr. Gabilondo-, sino de la sociedad que la sustenta  (paga) y se beneficia, a la vez.

 

Ahora le toca al Ministro recoger el testigo de sus interlocutores, de escucharlos y atender e incorporar sus propuestas. El nuevo modelo educativo, Sr. Ministro, demanda incorporar, con carácter prioritario, la cultura del esfuerzo y de la excelencia, auspiciando la recuperación del respeto en las aulas y amparando la autoridad del profesor en su ejercicio profesional. El Pacto de Estado por la Educación que conduzca a un nuevo y necesario modelo educativo incluirá contenidos tangibles, medibles, cuantificables. ¡Dejemos la jerga política para otra mejor ocasión! ¡Es hora de concretar y no divagar!

 

A los planteamientos del ministerio y asociaciones de padres y profesores antes citados convendrá recomendar algunos otros que no, por reiterados desde diferentes foros, son menos necesarios. Me refiero a la promoción de la responsabilidad y la autoexigencia como bagaje fundamental del ser humano, del ciudadano. No es baladí, de igual manera, la conveniencia de estimular el valor que tiene en la sociedad actual el conocimiento adquirido a lo largo de toda la vida. Naturalmente, ello exige rigor y esfuerzo, lo que nos hace reflexionar de nuevo sobre los valores intrínsecos que debe incorporar el nuevo modelo educativo al que aspiramos.

 

Y qué decir de la disciplina, el orden, la autoridad de los padres y de los profesores. El nuevo modelo ha de ser diferente. Ese es el desafío al que se enfrenta la sociedad española. Las cosas no pueden seguir igual.

 

Es preciso, también, meditar sobre el impacto de la sociedad del bienestar en nuestros niños y adolescentes. ¡Lo tienen todo, incluso aquellos procedentes de familias más humildes! Aquí es preciso lanzar un mensaje claro a las familias para que eduquen a sus hijos en valores como el trabajo, el mérito, el esfuerzo. Nuestros hijos no conocen esos valores por que lo tienen todo a cambio de nada; los padres somos los primeros causantes de un deterioro progresivo de esos valores imprescindibles en la sociedad postcrisis que van a vivir los jóvenes de hoy.

 

No quiero, sin embargo, concluir estas líneas  sin afirmar con rotundidad que los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos. La escuela es el instrumento del que disponen las familias para, por delegación de estas, contribuir a la formación integral de sus hijos. El Estado, por otro lado, es solamente responsable subsidiario. Con estas contundentes consideraciones, puede que haya llegado el momento para empezar a poner los putos sobre las íes. ¿Cuál es el papel de la familia en la educación de sus hijos? ¿Cuales son sus derechos y obligaciones y aquellos otros delegados a la escuela o subsidiados al Estado? ¿Dónde se encuentran los orígenes del fracaso escolar? Las respuestas son muy difíciles. Quizá una respuesta común sea que existe una responsabilidad compartida entre todos los agentes participantes en el hecho educativo, incluidos los propios alumnos. Sin embargo, la relación padres – profesores – alumnos se me antoja vital para que, con su mutua colaboración, se alcance el deseado éxito escolar y personal.

 

 

 

 

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1 comentario

  • By Libertario, enero 31, 2010 @ 3:42 pm

    Creo a veces que Ud. es un subversivo, mira que pretender que exista esfuerzo en los alumnos y responsabilidad en los padres….

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