Vigésima cuarta historia. Mercedes García la de Petimale

Mercedes García García (1876-1965)


La familia de los Petimalé es una de las familias llamativas del pueblo. La figura de Mercedes la panadera sobresale de una manera señera. Mercedes nace en Cabañaquinta en el año1876, era hija de Xuanín, el alcalde que trasladó el Ayuntamiento de Aller desde Collanzo a Cabañaquinta, personaje que ya cité al hablar de Xuanón. Mercedes es una mujer sencilla, simpática, ocurrente, caritativa por naturaleza con los desamparados, tanto los huérfanos de la guerra, ya que estamos en los años de la posguerra, como con los disminuidos psíquicos; los pobres de espíritu del pueblo. Era una mujer trabajadora y desprendida.

En el pueblo era muy querida por todos, sin excepción ideológica, pero de una manera especial por los de clase más humilde.

Mercedes cuando era más joven repartía el pan, que elaboraba su marido Manuel por las noches. Salía de madrugada al reparto por los pueblos vecinos de San Salvador con su carro de caballo. Como era muy alegre solía ir cantando sentada en el pescante del carro. Tenía la voz agraciada para el canto y entonaba bien las canciones alleranas, con ellas  llegó a presentarse a los concursos de canción asturiana de Gijón y de Oviedo. Como ganadora del concurso de la canción asturiana de Gijón grabó un disco con las canciones más sobresalientes.

Aparece como cantante popular asturiana en el cancionero de Torner. Distingue Torner la canción de empleo indeterminado nº 166 y canción de cuna nº373 de Mercedes García García, de Cabañauinta, Ayuntamiento de Aller.

Canción 166

            Si quieres la buena vara, (bis)

            Córtala con el buen salgüero, (bis)

            Si quieres la buena moza,

            Échai el güeyu primeru.

 

Canción 373

            El que está a la puerta

            Que vuelva mañana,

            Que el padre del neñu

            Non fue a la montaña.

            Ea, mio neñín,

            Agora non,

            Ea, mio neñín,

            Que está el papón.

            El que está a la puerta

            Que non entre agora,

            Que está el padre en casa

            del neñu que llora.

            Ea, mio neñín,

            Que está el papón.

            Válgante mil diablos,

            Que mal entendéis:

            Ea, mio neñín,

            Agora non,

            Ea, mio neñín,

            Que está el papón.

Pepe es el nieto que mejor conoce y reproduce las canciones de la abuela Mercedes, de niño se formó en la Escolanía de Covadonga y sobresalía como solista en las actuaciones públicas de coro infantil. Él dice que la canción más representativa de la abuela Mercedes era la de:

             “Donde vas a dar agua mozo de bueyes

            Que desde mio casa siento los cascabeles

            Si desde mio casa sientes el paso de mi carreta

            Asómate a la ventana y ponte a la rexa….

Dice Pepe que es una canción muy bonita, un ejemplo singular de la canción allerana, una tonada suave, sin estridencias, con muchas vueltas y muy difícil de interpretar para los que no son de la zona.

La casa de Mercedes, la de Petimalé, era lugar de encuentro y tertulia diaria de las gentes del pueblo, así como de los visitantes que por cualquier motivo se acercaban a San Salvador, bien fueran viajantes, funcionarios, guardias civiles o maestros.

Precisamente por hospedar a los forasteros en su casa, dio lugar al nombre de Petimalé en referencia al gran hotel Malé de Gijón. La fonda de Mercedes la panadera venía a ser el pequeño hotel Malé. Este apodo fue asimilado por los familiares de Mercedes, amigos, vecinos, clientes, en definitiva más conocido que su propio apellido en toda la comarca.

En esta pequeña casa de la Troya se dieron multitud de anécdotas en mi vida de infancia. Era una casa donde todos los nietos nos sentíamos bien y visitábamos diariamente.

Conservo la imagen de la abuela Mercedes, que era delgada, alta, de tez blanca, con el pelo gris, recogido formando un moño en la parte de atrás de la cabeza, con el vestido negro hasta los tobillos y un delantal del mismo color. La veo recorriendo las calles de San Salvador con dos calderos, uno en cada mano, en los que llevaba la comida a los cerdos de engorde que ella misma cuidaba. Es una imagen viva y un recuerdo claro en mi memoria, lo mismo que su cariño y simpatía.

La caridad para con los más necesitados, la llevó hasta las últimas consecuencias. Recogió en su propia casa a algunos niños huérfanos de la guerra civil hasta que se valieron por si solos, luego, a los que quisieron, les dio trabajo y jamás les faltó su cariño y apoyo. También daba trabajo en labores de campo a los hermanos Foyaca, como pretexto para que comieran, en una pequeña huerta que tenía cerca de la estación de ferrocarril. Los hermanos Foyaca eran dos pobres de espíritu que vivían en una zona de la Vallina que llevaba este nombre.

Los hermanos Foyaca, Pepe y Feliciano eran famosos y queridos en el pueblo. Pepe era el más simpático de los dos y entre sus habilidades estaba la de tocar la gaita asturiana. Esta afición le llevó a sufrir alguna que otra broma de los mozos del pueblo. Su inteligencia infantil y preguntona creaba más de una situación de hilaridad.

La casa de la abuela Mercedes era de los pocos hogares del pueblo que tenían aparato de radio, era este un instrumento que traía a mal traer a Pepe Foyaca y al primero que encontraba de confianza le preguntaba:

- ¿Qué hay en esi cusu que habla, canta y toca?

Aparecía siempre la socarronería y el ingenio en la respuesta, a modo de escarnio, por parte de alguno de los mozos que siempre estaban al acecho. Quiero relatar la que yo escuché en esa ocasión, por simpática, sin descubrir al gracioso ocurrente. Díjole así:

- Dentro del aparato de radio existen tres clases de diminutos seres, hominos, homacos y homacayacos. Los hominos son los que hablan, los homacos los que cantan y los homacayacos los que tocan.

Con esta científica respuesta despachaba al bueno de Pepe Foyaca para que llegara con nuevas preguntas y hubiera nueva concurrencia. Lo importante es que los hermanos Foyaca encontraron siempre el cariño y el pan en la casa de la abuela Mercedes.